Juan Pablo II hablando de los problemas económicos de la sociedad dijo que: “el problema del paro es un problema ético”. Se supone que lo quería decir es que es una situación “mala”; y que no puede justificarse diciendo que se debe sólo a imprevisión, o que es un acontecer habitual e inevitable en la marcha económica de la sociedad, sobre todo en temporadas de crisis. Todas estas son razones, que se unen a otras incógnitas que agravan el problema, que es complejo, pero el problema hay que resolverlo. En España pudimos tener un problema grande de paro, cuando se produjo el fenómeno masivo de la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo. Si lo salvamos es porque esa incorporación fue progresiva y facilitada porque sucedió en un periodo de desarrollo positivo. El desarrollo produce empleo. La experiencia dice que uno de los agentes capaces de generar empleo son las Pequeñas y medianas empresas (PYMES, de las que con tanto interés habla Rajoy); muy en paralelo con los jóvenes emprendedores y los empresarios maduros con ganas de salvar sus empresas o dispuestos a ampliarlas. Las obras públicas ofrecerían una gran posibilidad de absorber mano de obra abundante; pero cuestan mucho dinero y casualmente ahora el Estado más que tener dinero, lo debe... mejor es contratarlas en otros países. Luego están los propios parados, que tienen que seguir formándose en su trabajo habitual o reciclándose; y no pueden parar buscando y rebuscando: entregando currículos o consultando las páginas Web de ofertas de empleo.
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