A algunos les irrita pensar en otra nueva Ley de Educación, cuando desde la Ley general de Educación de 1970, hemos pasado, durante la democracia por cuatro leyes de educación y ésta de la que se habla sería la quinta. Planes de Educación, de lo más variado, se vienen haciendo desde Platón (siglo IV antes de Cristo). Acertar con algo que resulte atinado para todos y con cierto carácter de definitivo es muy difícil. Ahora parece que se ha elegido el camino de aislar los problemas concretos, para los que la LOGSE no ha llegado a encontrar remedios. Por ejemplo: mejores resultados académicos que se reflejarían en una más alta posición en la tabla de las puntuaciones de los países que se valoran en las pruebas Pisa). Lo acertado sería, dejar en compás de espera los problemas más amplios y profundos, e ir a lograr un consenso para lograr encontrar soluciones para asuntos todavía pendientes. Si han disminuido valores como el trabajo personal será cuestión de volver a exigir la laboriosidad y el trabajo bien realizado, por medio de pruebas objetivas y otros tipos de exámenes – que una vez corregidos- pueden devolverse a los alumnos, con lo que irán aprendiendo a autoevaluarse. Para el paso de curso se exigiría –como durante mucho tiempo ha sido- no más de dos asignaturas pendientes, lo que refuerza el prestigio docente del profesor y es una motivación realista y exigente para los alumnos. No sería necesario añadir un año más al Bachillerato: basta que la exigencia en esos cursos sea eficaz: además está reforzada por la prueba final de la PAU.
Hay temas, que se refieren más a la filosofía de la educación para los que son más difíciles de conseguir posturas de consenso En resumen, lo que parece se debería hacer, dada la situación en que está el país, y es a lo más que parece se podría aspirar: es mantener lo que se tiene –la Logse- y hacerle “los remiendos” en todas aquellas deficiencias que se valoren como erradas y urgentes de solucionar. Después ya es más fácil enunciar aquellos pilares básicos que deben ser respetados en las nuevas normas: educar en la libertad y en la responsabilidad a los alumnos; dejar que las familias puedan elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos; posibilitar el acceso de todos al nivel de escolaridad que les corresponde, mediante los conciertos educativos y el sistema de becas. Para contribuir a paliar los problemas del paro: planear una formación profesional adaptada a las diversas exigencias, situaciones y expectativas en las que se encuentra el mundo del trabajo: realzar el valor de la laboriosidad, preparar a los de edad laboral a compatibilizar trabajo y estudio...